martes, 21 de agosto de 2007

Sinergía Identitaria

La necesaria SINERGÍA IDENTITARIA

Cuando el proyecto Asamblea Identitaria vio la luzdejó claras las posiciones políticas que queríadefender orientando sobre dos ejes su pensamiento y apartir de ese momento han sido muchos los comentariosvertidos sobre nosotros, muchas las informacionesdadas y muchos también los insultos ydescalificaciones que han vertido en contra nuestra.Por suerte para nosotros, desgracia para aquellosetnomasoquistas, el desarrollo de nuestra pequeñacomunidad, no busca ni buscará el militantismoelectoral sino el trabajo en la búsqueda de unaSinergía Identitaria que sepa ofrecer respuesta aproblemas reales desde un espacio común compartido.Ha sido por esto que esa Sinergía que hemos mencionadoha dado comienzo tras una reunión mantenida entrecolectivos identitarios entre los que se encontrabanla agencia de noticias NOVOPRESS, el espacio culturalRADIO ESPARTA, la comunidad militante MovimientoIdentitario Castellano y la participación en esteencuentro de un representante en calidad de observadorde la Asociación Cultural Tierra y Pueblo.Este primer contacto, que pretende ser el punto departida de próximos proyectos en común, ha supuesto lacoordinación del espectro político a nivel estatalentre diversas organizaciones que a través del“requisito” de la lucha social y el combateidentitario abren una nueva esperanza cultural ypolítica.La SINERGÍA IDENTITARIA es una necesidad, como lo esla búsqueda de proyectos comunes entre los que sesienten europeos, piensan como europeos y quierenluchar por lo europeo desde el arraigo.

¡¡ADELANTE POR LA IDENTIDAD DE LOS PUEBLOS DE EUROPA!!


jueves, 16 de agosto de 2007

Breve historia de Castilla



BREVE HISTORIA DE LA NACIONALIDAD CASTELLANA.
1.ORIGENES
En las montañas de Santander, en plena Edad Media, las gentes de un "pequeño rincón", un territorio dependiente del viejo reino asturgalaicoleonés, desarrollaron una pujanza y una vitalidad tales que en el espacio de unos pocos siglos, su cultura y su estado se extendía por toda la Meseta Norte. Asimilando al viejo reino leonés del que había surgido y continuando la tarea histórica expansiva y conquistadora de éste, las gentes de lo que ahora era Castilla llegaron al Tajo y lo rebasaron, soldando sólidamente a su estado el que fuera reino musulmán. En su impulso, los castellanos llegaron hasta el mar, convirtiendo a Andalucía en una parte del amplio país.
2.EDAD DE ORO
Castilla además, se convirtió en uno de los estados más modernos de Europa, con una pujanza económica, social y cultural muy intensa, extendida no sólo por los territorios estrictamente castellanos, sino también por los de los otros pueblos que compartían la Corona (Andalucía, sobre todo).
Por eso, no es extraño que, cuando el azar puso la corona de los Reinos de las Españas en la cabeza de un rey extranjero, Carlos V, que no supo entender cual era la situación de sus súbditos, el nuevo rey se encontrase de pronto con que tenía enfrente a "la primera revolución moderna de la Historia de Europa", la de los Comuneros de Castilla. En esa revolución, de causas muy complejas y no sólo por odio o aversión a los extranjeros, se percibe una inquietud de un pueblo que tiende a querer ser una nación.
La epopeya de los comuneros, es pues uno de los grandes hitos de nuestra historia, más importante incluso porque fracasó y tuvo como consecuencia la frustración de lo que pudo haber sido una de las grandes naciones europeas, perfectamente comparable en cuanto a efectividad y modernidad con cualquiera de las del "grupo de cabeza".
3.EDAD DE PLATA
El fin de los comuneros no supuso el fin de Castilla. Incluso la prosperidad material se acrecentó como consecuencia de la expansión por América. Pero nadie podía parar ya el establecimiento de Castilla como base de recursos económicos y humanos para la empresa imperial de los reyes austriacos. Después de los comuneros Castilla dejó de protestar, se amansó y aceptó sin rechistar todas las cargas que el imperialismo de los reyes exigía. En definitiva, Castilla dejó de ser dueña de sí misma y de su destino. Y no hay que olvidar que esa mentalidad imperial llegó a extenderse entre el propio pueblo castellano, y ese es uno de los legados más tristes y dolorosos de nuestra historia: el hecho de que buena parte de nuestro pueblo haya sido desde entonces incapaz de pensar en sí mismo, en su propio bien, y haya tenido siempre el pensamiento en lo general, lo abstracto, en ese Imperio Español cada vez más pequeño. Es por eso que el nacionalismo castellano pide hoy un respiro, un poco de tiempo para pensar en nosotros mismos, para arreglar nuestros asuntos, con el convencimiento de que una Castilla próspera y libre, tendrá como consecuencia una Europa cada vez más próspera y libre.
4.DECADENCIA
Pero las riquezas que los imperios proporcionan no suelen durar mucho, y Castilla no fue una excepción. Sobrevino la crisis: el campo, falto de las gentes que se habían desparramado por Europa y América, no producía; las industrias y las artesanías tradicionales se vinieron abajo; el comercio servía sólo para comprar en el exterior con el oro que venía de las colonias; media Castilla estaba constituída por pícaros de alta o baja cuna, sin oficio ni beneficio y la otra media sacerdotes, monjas, capellanes, frailes, o religiosos de una u otra condición. Pese a ello, nada pudo desmantelar la potencia de la cultura de Castilla: un puñado de grandes genios, no todos procedentes del estricto territorio castellano, pero todos deudores de su cultura; y aún más, toda una cantidad de literatos, arbitristas, eruditos, protocien-tíficos, que formaron el tejido sobre el que aquellos crecieron.
Para entonces Castilla, ha dejado de poseer su propio estado, y se ha convertido en simple parte del Estado Español. Así pues, como parte de un todo, Castilla se ve subyugada y sumida y, en lo político, desaparece.
Sin embargo, hondas corrientes subterráneas fluyen por debajo de ese todo, formando la verdadera vida: hombres y mujeres del pueblo castellano, empeñados en lucha diaria contra la miseria y el hambre, agotados por los impuestos necesarios para costear un imperio del que no recibían ningún beneficio, sucumbiendo a las epidemias o a la arbitrariedad de los que poseían las tierras, y pese a todo ello, capaces de retener, mantener y crear una cultura propia, digna, que hacía música de las labores cotidianas y poesía de los ciclos de la atmósfera, que convertía a un traje de boda, en todo un museo de bordados.
De estos dos hechos se deriva, que cuando en el siglo XVIII, destruidas algunas de las resistencias de ese pasado, algunas de las trabas del Imperialismo, los Borbones y los intelectuales ilustrados miran a "España" y quieren hacer de ella otra Francia, no verán más que Castilla por todos lados:a Castilla le exquilmaron su estado a "España", a Castilla le exquilmaron su cultura, su idioma, sus posibilidades. Y al exquilmarlo todo, se quedó casi vacía.
5.OCASIONES PERDIDAS
En esos momentos Castilla es aún un país si no próspero, al menos si con algún sueño de futuro. Pero su economía, ligada casi exclusivamente a la agricultura, comienza a quedar desfasada frente a una Europa en vías de industrialización. Cataluña empieza un despegue industrial que ya no se verá frenado, más tarde vendrá la industrialización del País Vasco. Y Castilla, convertida para entonces en país de caciques, curas, nobles, funcionarios y políticos (en Madrid, adónde Felipe II había trasladado la capital castellana se dirimían todos los asuntos del estado). La desamortización de la tierra sólo había servido para quitar la propiedad de la tierra a las Comunidades de las aldeas y los pueblos y, en parte, a la Iglesia, y venderla a bajo precio a los nobles, industriales y banqueros.
Así, cuando en 1868 se proclama la Primera República Española, Castilla cree que puede ser un medio para recuperarse. Se firma así el Pacto Federal Castellano (1869) en el que las diecisiete provincias castellanas declaran la intención de federarse, de unirse para recuperar el país, apelando a la memoria de los comuneros. Todos sabemos el triste final de la Primera República, y con ella, de las esperanzas castellanas.
Poco después, Castilla llegaba a una de sus épocas de miseria más tristes: el hambre de tierra y de pan de los campesinos, las primeras emigraciones, sangrías que van despoblando poco a poco el campo castellano, el sometimiento a señoritos y gobernadores civiles, las revueltas de los campesinos y de los pocos obreros, la dictadura de los patronos y los terratenientes, la desaparición de la cultura en una tierra baldía.
Hubo, es cierto, pequeños intentos de recuperación, entre 1898 y 1931: los primeros intentos regionalistas, la revista nacionalista "Castilla", editada en Toledo, los proyectos de Mancomunidades... Y un inicio de progreso económico en algunas ciudades, especialmente Madrid. Así, cuando llega la república, toda una serie de organizaciones obreras y campesinas, unos puñados de inte-lectuales que aman su tierra e intentan luchar por ella, sacarla del marasmo y la decadencia.
Pero pudo la reacción de los de siempre, y una tremenda guerra en la que los intelectuales, los elementos activos y conscientes del campesinado, de los obreros, de los pequeños comerciantes, de los artesanos, fueron o aniquilados o expulsados. Quedó Castilla de nuevo en manos del odio, del egoísmo, de a quienes no le interesaba el resurgir de este pueblo.
6.DICTADURA Y RESURGIR.
Franco esquilmó a Castilla en un modo que jamás se había llevado a cabo. O, mejor, para no darle excesivo protagonismo a quien no lo merece: el culpable fue el modelo económico y cultural del franquismo.
El salvaje desarrollo de los años sesenta despobló Castilla dejándola con la menor densidad de población de la Europa Occidental. Miles de castellanos hubieron de emigrar al País Vasco, a Cataluña, a Alemania o Francia, para poder ganarse un pan que aquí se les negaba. Fábricas monstruosas que extraían los recursos humanos y económicos de nuestra tierra, centrales nucleares que contaminaban pueblos y campos y que creaban energía eléctrica para alimentar las industrias de grandes ciudades extracastellanas, pantanos que anegaban ciudades y pueblos, trasvases de agua hechos sin medida ni respeto, provincias que tenían menos población que en el siglo XV. Esta fue la herencia de la dictadura franquista para Castilla.
A principios de los años setenta la situación de decadencia de nuestra tierra propició la creación, quizás por primera vez, de una conciencia de problema nacional. Quizás por primera vez, jovenes intelectuales se lanzaron a los pueblos a recoger las últimas migajas de cultura popular castellana -no podemos dejar de mencionar los nombres de El Nuevo Mester de Juglaría, de Joaquin Díaz, de Ismael, de María Salgado, de Luis Díaz Viana, de Manuel Luna y tantos y tantos otros personajes-. Quizás tambien por vez primera, los castellanos comenzaron a pensar que ya era hora de ocuparse un poco de sí mismos, de dar un poco menos, de derrochar un poco menos y apuntalar el cansado edificio de la Vieja Castilla.
Fue entonces cuando por iniciativa de un grupo de intelectuales castellanos se institucionalizó la conmemoración popular del 23 de Abril en Villalar de los Comuneros: el símbolo de la pérdida de nuestras libertades se convertía así en el símbolo de la lucha por un futuro nuevo, por un desarrollo nuevo y una libertad nueva.
Pero en el río revuelto del fin del franquismo, los pescadores-caciques y politicastros mentecatos maniobraron para evitar el crecimiento de esta conciencia. Una partición y división de las tierras castellanas realizada con la mala fe o la ignorancia selló para largo tiempo la división de nuestra nacionalidad en cinco "comunidades" sin autonomía real y sin ligazón común. Esto se hizo, al contrario que en Cataluña o Andalucía sin referendum de ningún tipo, sin atender a los deseos del pueblo al que estos políticos decían representar.
Se pretendió tal vez, en ese momento, dejar a Castilla fuera de juego, dividir su influencia o su presunto "poder". Pero de nada sirvieron estas mezquindades. De nuevo por primera vez -cuantas primeras veces- la vieja Castilla vio el nacimiento de grupos de personas, de asociaciones y, por fin, de partidos y movimientos políticos comprometidos con la defensa de su tierra y de su pueblo. Los problemas, muchos, las carencias, infinitas, y los propios defectos del pueblo castellano y de su cultura comenzaron a ser combatidos con conciencia, cultura, ilusión y rabia.
Algo nuevo surge en esta vieja tierra, un fantasma que recorre los páramos, las sierras, los montes, los valles, los encinares y los pinares, los castillos y monasterios, las ciudades antiguas y las ciudades-dormitorio que rodean Madrid... Esta novedad es la conciencia de la lucha de los castellanos por una Castilla más próspera y justa en un Europa más libre y solidaria.





domingo, 5 de agosto de 2007

Arquitectura popular

Cuando preparamos un viaje por cualquier parte de Castilla, uno de los objetivos principales que solemos considerar es la posibilidad de conocer el inacabable patrimonio arquitectónico que se esparce por todo el país: castillos, catedrales, palacios, monasterios,... Pero ésta es la arquitectura del poder, es el legado que dejaron en forma de edificios aquellos que a lo largo de la historia contaron con los recursos suficientes para poder levantar las más grandes, bellas y espectaculares construcciones. En cambio, suele pasar más desapercibida otra herencia arquitectónica, otro valor del patrimonio cultural: la arquitectura tradicional popular.

La arquitectura tradicional castellana no es algo estable, como todo lo popular, mientras esta vivo y tiene un sentido, esta en continua evolución. Unido esto a la amplitud de Castilla y a la diversidad climática, geográfica y humana de sus comarcas hace imposible establecer características generales de edificación, a parte de la funcionalidad y sencillez que caracteriza a todas ellas.

Según L. Feduchi son tres los factores fundamentales que inciden en la arquitectura popular: el clima, la tierra y la persona. El clima obligará a una determinada posición y tamaño de entradas y huecos, al tipo de cubiertas y al aislamiento de muros, a la existencia de patios o corrales aglutinados en el conjunto de la casa, al número de alturas y dependencias. La tierra son los materiales que se encuentran a mano, así, el barro o la piedra junto con la madera serán los argumentos básicos de la arquitectura popular castellana, trabajados de muy diversas maneras, pero todas ellas colaborando con el objetivo principal: cumplir la función, servir para el fin propuesto. La persona, desde su doble vertiente ser humano con necesidades materiales y económicas y como ser espiritual con una serie de percepciones, mitos, hechos culturales y sociales que condicionan todo el desarrollo de esta arquitectura.

Las construcciones populares han ido evolucionando al mismo tiempo que la sociedad, generalmente de modo lento. Los avances, tanto técnicos como sociales, producidos desde principios del siglo pasado han repercutido en las construcciones tradicionales castellanas, conservándose las estructuras más puras en los lugares más apartados de las corrientes modernizadoras.

La arquitectura popular lleva detrás una idea filosófica que es la que se ha ido perdiendo con la irrupción de la industria y la cultura urbanita dentro de lo rural. A lo largo de los siglos los castellanos y castellanas que han vivido en sus respectivas comarcas han ido aprendiendo de ellas lo bueno y lo malo, han ido depurando formas, materiales y actitudes, han ido marcando costumbres, que responden a las equivocaciones que generaciones tras generaciones han corregido, costumbres que marcan tiempos y formas, y, por fin, costumbres que indican dónde se ha de edificar, cómo se ha de hacer, cuándo es el mejor momento y hacia donde deben orientarse las casas.

Siendo eminentemente rural, Castilla se ha mantenido durante siglos perpetuando modelos y funciones que poco han variado a lo largo de los tiempos, porque tampoco ha variado esencialmente su modo de vida. Esto ha sido así hasta que a partir de los años 60 se produce una quiebra total en la vida de nuestros pueblos; los primeros emigrantes, que lo son por que la estructura económica era incapaz de aportar soluciones, rompen con siglos de continuismo. A partir de ahí, poco a poco, los pueblos y comarcas van perdiendo población activa, las estructuras económicas se van modernizando, se inicia la mecanización del campo y de la ganadería y, como consecuencia, empiezan a necesitarse espacios nuevos y a sobrar los tradicionales. En los años 80 y 90 esto ha llegado a un estadio de desvirtualización de la arquitectura popular.

Sin embargo, aunque muchos edificios menores como cuadras, pajares,... hayan pasado a ser cocheras o viviendas de vacaciones o que las viviendas tradicionales no reúnan las condiciones de habitabilidad que hoy se exigen, a pesar de todo esto, se esta produciendo una recuperación de este patrimonio histórico y cultural del pueblo castellano por dos caminos bien distintos: por una parte la adecuación de edificios de arquitectura tradicional para la explotación turística mediante el turismo rural y por otra, la recuperación de materiales y métodos de construcción tradicional, adobe y tapial principalmente, que son formas más racionales y ecológicas de convivir con la tierra como están demostrando las gentes de Amayuelas.

El adobe

Es el elemento de construcción más característico de Castilla por ser el más fácil de elaborar y utilizar así como por su versatilidad. El uso del adobe es muy antiguo y se le nombra en el libro del Exodo cuando el Faraón niega a los judíos la paja para poder elaborarlo. La fabricación de los adobes, a pesar de su sencillez, requiere una serie de pasos: arrancada la tierra del barrero se criba perfectamente para limpiarla de impurezas; se amontona y mezcla con a paja, se añade agua al tiempo que se pisa para que todo quede bien humedecido. Una vez hecha la pila de barro se vuelca en unos moldes rectangulares de madera llamados gradillas, hormas, amacales o bancales. El barro se aprieta bien con las manos y el sobrante se elimina con un rasero. Finalmente se les pone a secar al sol, dándoles vueltas para que se sequen por todos los lados y no se resquebrajen.